Mártires: la otra guerra de Calderón

//Héctor Camero Treviño

Porque los únicos recipiendarios del afecto popular deben ser nuestro señor Jesús o el mítico Moisés, además de los bienamados paladines verdeolivo (que no enanos de Santa Clos), el gobierno de Felipe Calderón estableció desde hace días que el Salón de la Fama de los Mártires estará cerrado esta cuaresma.

Aunque sean buenas para revivir la memoria de viejos cerebros sin uso, las fórmulas martirológicas ya no son bienvenidas

Aunque sean buenas para revivir la memoria de viejos cerebros sin uso, las fórmulas martirológicas ya no son bienvenidas

 Caudillos y otros peligros para México

Historiadores y politólogos “liberales” al estilo Enrique Krauze han intentado referir la figura del caudillo o del Mesías -en ocasiones con lógica interna pero en muchas no con éxito en el convencimiento, que es lo importante-. Que las masas ignorantes no tienen capacidad de movilización, que se van a las primeras de cambio con aquél que les vende espejitos y les promete un futuro mejor. Que el mexicano es fanático de la cultura autoritaria y por eso permitió en sus episodios bélicos importantes el ascenso de caciques de toda estirpe:  electos democráticamente, corporativos o montados en su cuaco.

El peligro, sostienen, es que estos caudillos, tuertos en tierra de ciegos, tienden por naturaleza a las actitudes/acciones autoritarias, y por ende, redundantes en un ciclo de nunca acabar donde los fuertes ganan y los ignorantes pierden.

 Dado por hecho que tal disputa fuera cierta, aún sin cuestionar que la dicotomía de la fuerza bruta y la derrota también ocurre en sus tradiciones “liberales”, la emancipación de algunos miembros de la opinión pública que llegan a convertirse en verdaderos líderes de movilización de la conciencia es una circunstancia que se suscita en todas las sociedades, sean éstas rígidas (Lesh Walesa en Polonia) o en las aparentemente abiertas (Martin Luther King, Nelson Mandela).

 Es reconocida por algunos autores, defensores de distintas ideologías, que la influencia de un acto único, 100% individual, primigenio y en apariencia intrascendente, en una sociedad atosigada por un status quo insoportable, puede impactar determinantemente en la moral de un pueblo otrora apático y poco ávido de cambiar las cosas.

 ¿Sería nuestro mundo el mismo si Rosa Parks le hubiera hecho caso al chofer que le insistió en sentarse hasta atrás en un autobús a mediados de los cincuenta en Estados Unidos? ¿Cuál sería nuestro estándar para referirnos a una persona “con huevos” si el Hombre del Tanque no se hubiera plantado en la plaza Tiananmen en China a finales de los ochenta?

 Y es que en ocasiones, dar ese reto frontal, estar listo para los fregadazos, requiere que alguien brinque el charco. Veo un sujeto de características comunes y corrientes saltando a la fama, siendo respetado y admirado: … ¡yo también puedo hacerlo!

 Convenientemente, los ideólogos conservadores sostienen teorías infundadas, bienintencionadas, que sacralizan la democracia como máximo valor al que aspira una sociedad, independientemente de cómo llega financiada al poder o apoyada por qué grupos lobbistas, y mucho menos con qué programa de gobierno lo haga.    

¿Mártir?… McFly, cuando mucho

 Este no es un país de héroes. Eso fue lo que dijo el aparato de Estado, controlado o no por el poder Ejecutivo, en semanas recientes, acercándose la Pascua y con ella, el tiempo de venerar en exclusiva al único héroe plausible para el régimen: el muerto (Nietzsche dixit).

15 de febrero.- La cadena MVS anuncia que su conductora estrella, Carmen Aristegui, regresa a su frecuencia a fin de seguir poniendo el dedo en la llaga  a los actores atroces de nuestra política.

8 de marzo.- Un tribunal federal en materia administrativa le pintó un dedo a  Blanca Lobo, la juez de nombre cuasi-caricaturesco que pidió suspender las funciones del exitoso documental Presunto Culpable, concediendo el derecho de las distribuidoras de volver a exhibir la película en todas las pantallas del país.

“Que ni se vea en 2012”, exigiría la Policía del Pensamiento a José Antonio Zúñiga ante semejante "crimental"

“Que ni se vea en 2012”, exigiría la Policía del Pensamiento a José Antonio Zúñiga ante semejante "crimental"

“Una victoria de la opinión pública”, leí en una búsqueda de Google al respecto de la restitución del documental, pero, ¿será acaso?

Con debates acerca de la libertad de expresión, e incluso una petición de revisar la ley y darle certidumbre al uso de tal facultad; con la obligación en la que se vio la Presidencia de la república de mostrar la agenda diaria de Calderón intentando demostrar con ello que no es un borracho; con las marchas, tweets, grupos de apoyo alrededor de una periodista rechazada por unos jefes amedrentados por el Gobierno Federal, quienes determinaron en un principio que doña Carmen debía irse, tuvieron que revirar y reinstalarla a expensas de la disculpa que pidieron y nunca llegó.

Con comentarios editoriales en prácticamente todas las columnas y artículos de opinión en periódicos locales y nacionales, de izquierda, derecha y ambidiestra, insistentes en cuanto al uso faccioso del poder judicial y sus atribuciones; con debates acerca de la división entre lo público y lo privado dentro de una sala a la que meten una cámara; con una petición ahogada en la garganta de eliminar el trato inequitativo ante la ley, que encontró eco en más de 3 millones de asistentes y otros tantos más víctimas de la misma encrucijada acusatoria, el juez federal tuvo que adelantar plazos, revisar en Fast track expedientes y protocolos, y otorgar cuanto antes la revocación de la suspensión a la película mexicana que ha levantado más conciencias en los últimos años.

Sólo para caballos con registro

Empiezan los destapes rumbo al 2012, pero ya de antemano, apenas iniciando el sexenio calderonista, la muy desaliñada clase política vio crecer ante sus ojos las figuras de personajes que se han hecho notables en base a contar con un caso particular, del cual emana una voz y a veces hasta una organización que, por el simple hecho de no ser partidista, suena más amena y sincera que otras: el empresario Alejandro Martí, la activista Isabel Miranda de Wallace, los universitarios Ramón de la Fuente y José (Benjamin Button) Narro, la periodista multiarmamentística y multidespedida Carmen Aristegui y los críticos fílmico-judiciales Roberto Hernández y Layda Negrete, junto a su estrella principal, José Antonio “¿viste si fui yo?” Zúñiga.

Desde que el PAN y PRD dejaron de tener un candidato mucho menos firme que su contrato prenupcial al 2012, el río ha sonado cerca de varias chozas, y lo que se avecina como una candidatura ciudadana se ve lejana cuando un Gobierno mata los gallos cuando apenas son pollitos. ¿Será que antes de verlos como posibles aliados, los contemplan firmes en sus convicciones y por ende, antagónicos a un status quo azul o verde?

El chiste es que quieren seguir creyendo que un Creel o Ebrard pesa más en la conciencia del ciudadano numerosamente apartidista, imparcial, indiferente, nihilista, que un de la Fuente o Martí (aunque es algo fresa) o alguna otra persona que por no tener formación política seguramente, contaría con un enorme respaldo popular en diversos estratos de nuestro país.

El apotegma calderonista para una cuaresma superior a los cuarenta días: al César lo que es del César y a Dios lo de Dios. Políticos a la política, zapateros a sus zapatos (o tenis, si hablamos de Martí); caviar y vino tinto para unos, arroz con pescadito y camaroncitos para los sumisos (no) creyentes.

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