Lucha libre y crónica

/// Guillermo Jaramillo Torres

Arnulfo Vigil (Foto: Guillermo Jaramillo)

El antes y después de una función de lucha libre podría asemejarse a la víspera de la celebración del  Año Nuevo, pues la fiesta que se vive en el preámbulo del encuentro es intensa, y no mengua a la hora en que los gladiadores se retiran al vestidor.

Para anécdotas un ejemplo. El ídolo de la Colonia Roma, René “Copetes” Guajardo, quien en realidad estaba avecindado en el barrio bravo de la Nuevo Repueblo, no cesaba de dar derechazos e izquierdazos aun terminada la función. El público enardecido seguía al gladiador hasta los camerinos, aun y que el combate había cesado. La cerveza y lo caliente del ambiente eran la mezcla perfecta para encender al espectador, que armado con insultos y empujones retaba a Guajardo a las afueras del vestidor. “Copetes” salía en calzoncillos, apenas se había bañado, sólo para atender a punta de un “descontón” de su derecha al primero que alcanzara. Finalizado este acto, la fiesta cerraba en paz, cada quien para su casa.

Sin embargo, las revistas de lucha libre donde se registraban muchas anécdotas dentro de las crónicas escasean hoy en día, aun y que existen Halcón, Máscara 2000, la mítica Box y lucha. La efervescencia por el deporte cuando las grandes compañías se ponen de acuerdo, lo impulsan y comienza a brillar, está bien presente en la competencia que representa la lucha libre norteamericana.

“Desafortunadamente el deporte se ha futbolizado y a veces quita otros aspectos como el box, en concreto el box femenil y el de Nuevo León que ha repuntado bastante en estos días. Sin embargo sigue prevaleciendo la lucha libre dentro del imaginario popular y de nuestra misma cultura”, señaló Arnulfo Vigil, compilador del libro Sin límite de tiempo, editado por la UANL.

Al rescate de la crónica deportiva

Esta compilación  se presentó el pasado 27 de marzo en la Casa del Libro acompañado de una función de lucha libre con un lleno total, y pretende dotar de literatura al periodismo sin que se medre la información, es decir el dato duro, el ganador, la caída, el lugar donde sucedió, la descripción del evento, pero con rasgos literarios.

“El propósito del libro es rescatar la lucha libre dentro del género periodístico, reivindicar la nota de deportes y sacarla de sus casillas y cortedad para que sea también la nota deportiva un texto literario”.

A lo anterior, Vigil señaló la existencia de muchos huecos dentro de la narrativa mexicana en cuanto al tema de la lucha, además de que pocos poetas y dramaturgos toman elementos de este deporte en sus trabajos.

Vigil coincidió acerca de que la lucha libre norteamericana está venciendo en todo terreno, pues a pesar de carecer de técnica y arte, su fortaleza se centra en lo mediático.

“Es la violencia por la violencia misma, no tiene nada que ver con cultura ni con arte. Suscita a otro tipo de conductas, mientras que la lucha libre mexicana incita sobre todo en los jóvenes y los niños el afán de ser luchadores, es decir el ejercicio, el entrenamiento, la salud física”, señaló.

El también poeta y director de Oficio Ediciones indicó que para el desahogo, no hay otro deporte como la lucha libre.

“Es cierto lo que se dice de que la lucha tiene su grado de catarsis, de convivencia pública y sobre todo la cita de las colectividades ciudadanas en torno a este deporte».

«A pesar de lo multitudinario que puede ser hoy el fútbol, la lucha libre en su momento fue muy frecuentada, pero no logra la identificación el fútbol como lo hace la lucha libre con los protagonistas, además de la interacción muy directa que existe entre el público y el luchador, siempre están interactuando como una obra de teatro que rompe la frontera del escenario”, finalizó.

Acerca de Guillermo Jaramillo

Siempre he sido un hombre abordado por el tranvía de la duda. Disfruten de lo que puedo dar.

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