Xico, una crónica de la fe (Entrevista con Quitzé Fernández)

Por: José Juan Zapata Pacheco

…Aquel año, aquel mes no paró de llover en Xico debido los temporales. Los ancianos comentaron en las charlas frente a una taza de bebida caliente que la patrona estaba enojada por algo que no sabían. Lo decían en las noches, en las mañanas frescas y en los atardeceres cuando las nubes cerraban ocultando los rayos solares. Aún así la fe de aquel lugar siguió su curso como lo ha hecho durante varios años en que empezó todo eso que nadie define cuándo fue, sólo que tiene mucho tiempo y se ha transmitido por generaciones a través de relatos.

A decir de Quitzé Fernández, construir un libro que fuera la historia de un pueblo a través de su fe no fue tarea fácil. Pero el resultado está sobre la mesa. Xico, el pueblo de María Magdalena. Crónica de una fiesta popular (Conaculta / Dirección de Culturas Populares, 2007) es un relato mágico, absorbente. Un ejercicio narrativo que nos lleva de la mano al México profundo, ese México quizá familiar en la ficción y la antropología, pero pocas veces alcanzado por la pluma del periodismo.

Quizté es un reportero originario de Torreón, Coahuila, que colabora para el Semanario del periódico Vanguardia, de Saltillo. También ha colaborado para la revista EmeEquis y el diario La Jornada. En entrevista reconoce no ser un periodista cultural, mucho menos de cultura popular. «Yo soy un reportero más de cosas fuertes, de historias duras», explica. Y en inicio su idea era contar lo surreal de un pueblo donde se venera una figura que en el imaginario popular no es muy bien vista. María Magdalena, la adúltera redimida, convertida en madre de toda una comunidad del estado de Veracruz, a diecinueve kilómetros de Xalapa.

«Cuando estaba en el proceso de investigación fueron noches, días enteros de sentarme en la cama y decirme que no iba a salir, que no se iba a poder, porque a lo mejor me faltaba la calle, la experiencia para hacerlo. Hubo momentos en que me acostaba y me decía que no se podía. Pero me llegaban ideas a la cabeza. La idea que desencadenó el libro fue contar la historia de un pueblo a través de su fiesta popular, y la fiesta popular es la fe del pueblo. Xico es la historia de un pueblo contado a través de su fe. Y de ahí partí, ese fue el primer eje que seguí».

Quitzé, acompañado del fotógrafo Luis Alfredo Castillo, recogió en Xico, durante el mes de julio de 2006, la añeja tradición de la mayordomía, la devoción a la santa María Magdalena, la tradición de los vestidos que se le regalan, la corta de la flor y el bejuco que adornan la entrada de la iglesia, las noches interminables con olor a pólvora y el tumulto de los toros corriendo el la xiqueñada. Una jornada de olores, imágenes y sensaciones a través de la escritura.

¿Tú encuentras a Xico? ¿Xico te encuentra a ti? ¿Cómo es que decides escribir específicamente de este pueblo?

Nos encontramos. Yo creo que fue una casualidad del destino que yo haya llegado a Xico. Ayer platicaba con una persona de Torreón que leyó mi libro, y que frecuenta el estado de Veracruz, el puerto, y ha llegado a pisar Xalapa; y me comentaba que desconocía que existía Xico. Y Xico está sólo a diecinueve kilómetros de Xalapa, en un camión urbano haces media hora. Es un lugar que mucha gente incluso del lugar no conoce. La gente de Xalapa cuando escucha del mes de julio dice que es la feria del mole, y no es así. Yo creo que nos encontramos; soy muy dado a llegar un lugar y conocer a la gente, me siento en un bar y pregunto qué hacen, cómo se juega, qué hacen los domingos por la tarde. Y alguien en Xalapa, no recuerdo exactamente quien, me comentó de Xico. Y pensé ir a visitarlo, ya que se veía como un pueblo muy bonito. Lo visité precisamente en el mes de julio, cuando sucede todo esto. Nos encontramos, hubo una fuerza que me llevó ahí, quizá el destino hizo que llegara y escribiera, porque para empezar yo no soy un reportero de cultura. Y menos de cultura popular. Cuando me dijeron que hiciera un relato de cultura popular yo dije ‘ah caray’. Agarré el diccionario para ver el significado. Pero yo no soy de cultura ni popular, pero sí fue un encuentro lo que sucedió. Para mí es cotidiano pensar en él. Varias veces al mes se me viene una estampa xiqueña a la memoria por la manera en que se me quedó guardado.

¿Qué tan difícil resultó conectarte con la gente, que te contaran sus historias? Ya que de todos los personajes que aparecen en el libro sabemos alguna historia… ¿Fueron abiertos, cerrados…?

La gente fue desde el principio muy abierta, el xiqueño es un personaje que se caracteriza entre la demás gente de Veracruz. Si el jarocho es alegre, el xiqueño más, muy abierto, inmediatamente llegando al lugar nos tendieron la mano, nos platicaron sus historias, incluso ellos mismos me sugerían, ‘ve con fulano’. La gente fue muy abierta, a los quince días de estar en Xico el pueblo ya nos conocía muy bien, de nombre y apodo, porque incluso nos pusieron apodos. Son muy alegres, muy fiesteros y muy albureros. No podías sostener una charla cinco minutos sin que te alburearan; de mí hicieron un monstruo los xiqueños en cuanto al albur (risas). Pero la gente fue muy abierta, yo de Xico me despedí en agosto de 2006, y no quería regresar sin tener una idea clara de lo que iba a pasar con esta publicación. Mi regreso a Xico fue el año pasado, no me acuerdo si en septiembre o por esas fechas, ya con el libro, y cuando llegué a la parte alta de Xico, que es la iglesia, en lo que caminé seis cuadras me dieron tres horas, porque me encontré mucha gente conocida. De que ‘oye, qué onda, ven para acá, vamos a comer, te invitamos un café’. Todos ahí ya me conocen.

Hay otro detalle me llama la atención. La figura de María Magdalena, una santa que no es muy común encontrar en el imaginario religioso del país.

También ayer me comentaba esa persona que era exagerado el culto que le hacen a la imagen en Xico. Yo tuve varias impresiones en los meses que fui, y la impresión que tengo ahora es de respeto hacia el sentir de la comunidad. Yo no soy creyente pero creo que todos en algún momento de la vida nos aferramos a algo, a una creencia, a un objeto a una ideología, y el xiqueño se aferra a esa fe como tal. Estamos hablando de una comunidad que económicamente no está muy bien, el campo se les cayó, el precio del café también, ya que era un lugar cafetalero. Y cuando el mundo es sórdido tenemos que aferrarnos a algo. El xiqueño se aferra a María Magdalena y es respetable.
Yo la figura de María Magdalena la desconocía, sólo lo que leí en la Biblia, pero figuras de María Magdalena en el país sólo está la de Xico, una en Sonora, y algo que muchos no saben es que hay una en Coahuila. La descubrí en la Hacienda de Hornos (Viesca), casi abandonada. La imagen de María Magdalena en Hornos es una de origen español, como se supone que también es la de Xico. Está muy bien tallada, bien labrada, pero no sé de qué año sea. Tal vez pocos saben es que hay una imagen de María Magdalena en Coahuila. Y tal vez ella también me encontró, algo así muy raro, yo me llevé una gran impresión de encontrármela en Viesca.

***

Soñó que iba a ser mayordomo una noche de mayo de 2004, ocho días antes que le avisaran. Lo dijo al despertar una mañana soleada, a la primera que le contó fue a su esposa Margarita Burgos Contreras, después el tiempo transcurrió hasta que rumores informaron que el sacerdote quería hablar con él: hubo desconcierto, noches en vela y bromas en torno a lo que estaba por venir y en realidad no esperaba.

Xico, el pueblo de María Magdalena es un texto que atrapa, una muestra del más fino periodismo literario, ya la vez de una habilidad etnográfica nata, aunque Quitzé admite que su etnografía es empírica y cree en la justa separación entre periodismo y literatura.

«Al principio dije, voy a hacerlo etnográfico, pero, luego pensé en por qué etnográfico, si tengo los 31 días que dura la fiesta, y puedo hacer una crónica, y contar los días. Lo que hice fue una crónica extensa basada en pequeñas crónicas; que cada una de ellas tuviera vida propia. Y creo que si lees cualquiera de ellas es un texto que tiene una vida propia, pero todos en conjunto crean lo que es Xico. Lo que quise hacer fue un círculo narrativo, dar a entender por medio de la paginación, la entrada y la salida que es un ciclo que nunca se termina, que Xico siempre es igual, siempre pasa lo mismo, siempre, siempre; nada más hay pequeños detalles que agregar a la fiesta».

En el libro se encuentran muy bien definidos y delimitados los elementos literarios y periodísticos. ¿Cómo concibes la crónica periodística, cuál fue el cuidado especial que pusiste en esta en particular?

Mi percepción de la crónica, para mí que soy un reportero de calle, casi empírico, ya que comencé a trabajar antes de estudiar, es sólo contar el imaginario de las personas sin que mi presencia haga mucho ruido dentro del texto.
Yo no siento que no haya una frontera entre la literatura y el periodismo, pienso que hay que separarlos, y cuando la gente compara el periodismo con la literatura es que los textos están bien trabajados, con su puntuación, todo como debe ser. Si el periodismo raya con la literatura es por su construcción gramática, pero hay que separarlos, porque en el periodismo no hay ficción, en mi texto no hay nada de ficción: para contar esto tuve que caminar diecinueve kilómetros, desvelarme, levantarme a las cinco de la mañana, andar ampollado, mojado en clima desconocido, en la montaña jarocha; el frío de montaña es lo peor que te puede pasar. Pero, retomando, yo no congenio con la idea de que literatura y periodismo van de la mano.

Luego de leer el libro nos queda esa idea de que el realismo mágico pervive, que pareciera que no se ha perdido…
La primera vez que fui a Xico fue en 2005, y al ver toda esa diversidad de expresiones religiosas y sociales lo primero que se me vino a la mente, aparte por las características geográficas del pueblo, fue un relato mágico.
Luego pensé que si de aquello salía si un reportaje, iba a estar matizado por el habla de la gente, su pensamiento y por la geografía del lugar, porque el lugar se presta para pensar en que hay magia en la cotidianeidad de esas personas. Mi impresión sí fue de que estaba adentro de un relato de realismo mágico. Hay una parte, cuando suben el arco, donde culmino el texto diciendo que estamos en medio el fotógrafo y yo de los danzantes, y empezó a caer esa llovizna, que le llaman «pelo de gato», y en ese momento los dos nos perdimos, nos quedamos en medio del mundo. Estábamos nosotros y todos bailando alrededor, y lo demás no existe. Ese fue un momento muy bello porque pensé que estaba dentro de una estampa mágica y sí hay una impresión muy marcada del realismo mágico.

Este texto nos demuestra la existencia todavía de un México desconocido, un México muy ignorado por muchas personas.
Mi idea principal era que la gente conozca que hay otros Méxicos. Como Xico hay cientos de lugares en México, que muchos todavía no visito por falta de tiempo, pero me han contado historias fantásticas, historias que podrían ser otros libros, que el realismo mágico dicen que ya desapareció en la literatura, pero existe en la vida y la cotidianidad de México. Además Xico es un lugar de tradiciones, de costumbres arraigadas, es necesario que la gente lo conozca, y que si no se dan una vuelta al lugar, traten de conocerlo por medio de lo que hay escrito, para que tengan la certeza de que hay otras cosas en México y no sólo la pobreza y la marginalidad a lo que todos estamos expuestos en muchas ciudades.

Un Comentario

  1. no buenoo esta mui buena esta historia .. yo soi de acayucan pero estuve viviendo 10 años en xico..comprenderan que amo a ese lugar.. bueno pues solo para decirles k esta muy mono su relato..sigan hacieendo mas jeje.
    saludos ..

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